In a recent Haaretz piece, Odeh Bisharat describes the efforts of the Arab-Jewish solidarity movement Standing Together to collect food for needy Gazans as well as build a long-term political coalition.
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POEMAS
Esta Casa Editorial obtuvo Diploma de Honor y Medalla de Oro en la Exposición Regional de Valencia de 1909 y Gran Premio de Honor en la Internacional de Buenos Aires de 1910.
Armando Vasseur
Los poemas cuya adaptación castellana ofrezco a mis lectores fueron escritos entre los años
1854-1888. La primera edición de las Hojas de hierba, en modesto in octavo, no pasaba
de cien páginas. El mismo Whitman, en su condición de antiguo tipógrafo,
compuso su propia obra.
El poeta, que naciera en Long Island—isla sítuada frente a Nueva York—el 31 de Mayo de 1819, tenía entonces treinta y cinco años.
Estimulado
por los ensayos de Émerson, había soñado muchas veces en una forma
lírica—capaz de descender a los más nimios detalles cotidianos y de remontarse a todas
las plentitudes espirituales—, sin caer en la prosa ni en la poética tradicionales.
Era un anhelo
análogo al que describe Baudelaire en el prólogo de sus Poemas de prosa. La
diferencia radica en los distintos temperamentos con que uno y otro tentaron su realización.
Cláusulas de ritmo clásico, y sobria adjetivación en el francés; frases grandilocuentes, redundantes y bárbaras en el americano.
Dicha forma no parecía tener más precedentes que
ciertas jaculatorias de misales, algunas páginas aisladas de Chateaubriand, las sentencias de Kempis, los
axiomas de los grandesLeaves of
Grass (Nueva York), Broklin 1855.
La
«gran Idea» que Whitman se había forjado acerca de cómo debía ser
el cantor de la democracia, no podía ser proyectada sobre las generaciones del nuevo mundo, después de
deformarse a lo largo de las estrechísimas
cañerías poéticas en boga.
Había que comenzar por romper los moldes de la
métrica medioeval. Había que revolucionar el antiguo régimen de
las retóricas, a fin de dar al intelecto americano la libertad de creación y de expresión,
como otros le habían dado ya la libertad política y civil.
Para lograrlo era menester renunciar a la tradición poética europea; hacer tablarrasa de sus temas y de sus musiquillas verbales; volver a lo más antiguo, a lanzarse en lo desconocido...
Walt Whitman, guiado por su extraordinario instinto poética remontó a las fuentes mismas de los grandes Evangelios, verdaderas canciones de cuna de las razas.
«El bardo de la democracia», según él se consideraba, no
era un poeta más. Debía ser el evangelista del Continente en formación,
creador de valores nuevos, héroe, profeta y compañero de los hombres. Guía de los guías,
consolador de los afligidos, pánico de los despotas, maravilla de los niños, encanto de los jóvenes,
amigo de las esposas, consejero de los padres, glorificador de la vida y de la muerte.
Para él, vivir no
es conservarse, según entendía Schopenhauer, ni defenderse para no perecer, como postula Darwin. Vivir es
desarrollarseñno a expensas de los demás y de sí—como diría Nietzsche un cuarto de siglo después, sino de
El Bhaghavat Glizta. En otros se manifiesta como una reencarnación de Kalidassa.
Walt Whitman llevaba en sí el afán de vida y de amor que Wágner encarnó en Sigfrido. Su genio floreció en plena juventud el grano de sabiduría que Fausto cosechara en la vejez: amar la vida sobre las imágenes de ella que se marchitan entre las hojas de los libros.
Preferir la sonrisa de la hija del guardián a los tesoros ocultos en los sótanos bancarios.
Proyectar de sí formidables amaneceres de soles para regocijo de las humanidades presentes y futuras.
Después de haber estudiado a los más grandes maestros de las edades, anhelar que ellos pudieran venir a su vez a estudiarle. Manifestarse en todo como un Dios.
Acertar con la forma literaria adecuada al tono y a los múltiples sentidos de su «buena nueva» era empresa antes la cual empalidecían todas las Hércules.
Cuarenta años transcurrieron, densos, eléctricos, antes que Whitman moldeara definitivamente las intuiciones torrenciales y con frecuencia contradictorias de su genio.
Cuarenta años de luchas con el verbo y el ritmo, de variantes y de refundiciones incesantes.
Diez ediciones de las Hojas de hierba vieron la luz en vida de Whitman. Á cada
nueva edición el libro crecía, se transformaba, tornábase de más en más monumental.
Pero siempre era el mismo libro.
La idea niveladora, el amor por los hombres comunes,
el ennoblecimiento de todas las variedades del profanum vulgus, la pasión de la
Naturaleza y de la libertad humana, el cultoParaíso perdido de
Milton.
La música sinfónica que solivanta sus versículos es comparable a la de los más potentes acordes de Wágner.
Ciertos pasajes de algunos de sus cantos sobrepujan en brío y
en trascendencia a los más próceres de todos los timepos. Sólo Nietzsche en el poema de
Los siete sellos alcanza la altura y el vuelo líricos del yanqui.
Á pesar de
su silencio al respecto, más de una vez he creído reconocer simientes de las Hojas de
hierba reverdeciendo en las faldas de la montaña de Zaratustra.
Los poemas de Walt Whitman eran
conocidos en Alemania antes de 1868. El poeta Freiligrath había ya publicado un estudio acerca del aeda
democrático en la Allgemeinen Zeitung.
Nietzsche por esos días se hallaba en Léipzig. Aun no había sido nombrado profesor de
filología en Bale (1869). Su primera obra,
El origen de la tragedia, aprareció en 1872; la Gaya Ciencia, en
1882; Aurora en 1886; y la primera parte del Zaratustrala
escribió en 1883. Las cuatro partes conocidas de dicha epopeya aparecieron de 1883 a 1886.
Según el plan de Nietzsche inserto en la
edición de sus Obras póstumas (t. XII), el Zaratustra
debía constar de seis partes. El capítulo final de la sexta parte corta del modo más completo el
viejo nudo de sus contradicciones.
En él, Zaratustra anuncia a los hombres congregados a su
alrededor que la lucha de clases ha concluído, lo propio que la moral de los dominadores. Afirma que en ese
plano de la evolución, la especie humana tiene una sola tabla y un solo ideal. Tras reiterar su esperanza en la aparición del Superhombre, proclama su nueva fe: que la vida volverá a comenzar. En seguida les pregunta: ¿Queréis todo eso una vez
El que desea recomenzar, ese es un hombre. W. Whitman, veinte años antes, repite la misma idea, con leves variantes, en distintos poemas.más? Todos contestan: ¡Sí!
Y Zaratustra muere de alegría. En este extraño desenlace parécese percibir más la influencia del numen democrático de Whitman, que la del gran Fichte, de Hölderlin y de Émerson, autores predilectos de su juventud.
El cosmos yanqui era, en su vida y en su naturaleza, lo que el poeta germano había soñado ser: la fuerza y la dulzura, la belleza y el desinterés.
Walt Whitman ejerció de enfermero voluntario durante la guerra de Secesión. En los hospitales de Wáshington contrajo la enfermedad que minando su organismo titánico degen eró en treinta años de parálisis.
Nietzche fué también enfermero durante la guerra francoprusiana (1870-71). Á las emociones de esa época y al abuso ulterior de cloral se atribuye la demencia que idiotizó sus últimos años.
Ambos son, a mi juicio, los líricos máximos del siglo pasado. El alemán, con las limitaciones que le imponía sus criticismo filosófico y las complejidades de su gran cultura clásica. El yanqui con los deslumbramientos de su trascendentalismo religioso y las ingenuidades de su augusta autodidaccia.
Aquél,concentrado y explosivo, a semejanza de los inflamables de los arsenales prusianos; éste, desbordante y por momentos monótono, como las cataratas de su patria.
Á su lado, Hugo, Leconte de Lisle, Swimburne, Carducci, Junqueiro, Rapisardi, parecen poetas regionales.
Poetas, en el sentido más convencional y europeo de la palabra.
La influencia de W. Whitman es ya universal. Traducidas al italiano, al alemán, al francés,
al castellano, sus imágenes y sus cópulas de adjetivos conservan el relieve
primitivo. El verslirismo moderno es uno de los tantos efectos de su obra.
Mætterlinck y Verhaeren en Bélgica; Rapisardi; D'Annunzio, los «futuristas» en Italia; Laforgue, Viele Griffin y los «poetas sociales» en Francia; Miers, Rossetti, Carpenter, en Inglaterra; Unamuno, y quizá Alomar, en España; Darío y Lugones en América, le deben diversas y profundas sugestiones.
Yo podía haber seguido silenciosamente tan ílustres ejemplos sin exponerme a pasar por
tradittore...
Me ha parecido más original correr este último albur...
¿Qué importa el individuo si quien guía es espíritu?
Canta el poeta.
¡Bendita sea la tempestad de su arte, si logra airear la atmósfera literaria hispanoamericana, tan recargada de emanaciones gallináceas!
A. VASSEUR.
San Sebastián, Febrero 1912.
Detrás de todo Adiós se oculta, en gran parte, el saludo de
un Comienzo nuevo.
Para mí, el Desarrollo, la Continuidad, la Inmortalidad, la Transformación
constituyen los temas y las significaciones capitales de la Naturaleza y de la Humanidad.
Walt Whitman.
No me
abandones?
No te inquietes.
¡Si me dejas te perderás!
¡Ya estoy pronta,
Me siento hollada por todos y nadie me contesta; fíate
en mí!
Formar filas,
for-
mar filas;
¿Quién
sois?
Resiste mucho, obedece
poco,
music-halls,
¡De pie, y atención!
¡Atención, y de pie!)
¡Insensato! ¡Insensato!Sin embargo, yo te canto,
Para buscar imágenes.
El canto de las imágenes.
¡Imágenes! ¡Imágenes!
Que engendran las imágenes.
En realidad no construímos más que imágenes.
Se reducen a plasmar su imagen.
En su imagen.
Coincida en la vieja, viejisima impulsión: las imágenes.
Las imágenes actuales.
Son imágenes que se unen.
Imágenes eternas.
La colosal imagen de la tierra.
No estén más que llenos de imágenes.
Las verdaderas realidades, son las imágenes.
Ellos, las imágenes, las imágenes.
Están las entidades de las entidades: las imágenes.
Las imágenes, las imágenes, las imágenes.
Dios y las imágenes.
Tus compañeras, las imágenes.
Es una visión, una imagen.
Como la redonda y plena imagen de un Orbe.
¿Qué dirá al fin el pueblo?
¡multitud!
hechosque citáis, las observaciones que traéis, son
de poseerno
respetabilidad, ninguno exhibe
¿Arriáis la bandera?
¡No la arriamos!
¡Ahora comenzaremos nosotros!
Cuando hayamos abarcado todos los
orbes y saboreado el placer y la ciencia de todas las cosas que
contienen, ¿nos sentiremos colmados y satisfechos?
No, habremos alcanzado esas
al-
turas para sobrepujarlas y continuar nuestra marcha.
Si esa ha sido la vida, viva mosla una vez más.—(A.V.)
síy el
cuándo
¿Cómo está usted, amigo?
Buen día, hermano;
Ved aparecer a nuestro igual.
Se alquila por mudanzaen las rocas de tu nevado
Se alquilaen los muros de los castillos de Alemania,
tusPirámides y
tus
¡Jonnondio!—Veo a lo lejos, hacia el Norte o al Oeste, en
lamentación.
¡Jonnondio!
¡Jonnondio!—Desaparecen sin que nadie los
lamentaciónpasa en el aire
L'Evolutión Creactrice,cap. III, pág. 294.
Cántame—me dijo—
el poema que irrumpe del alma de la
América,
Cántame el canto de la Victoria,
Las marchas de la Libertad, las más potentes marchas;
Cántame antes de desaparecer el canto de los dolores de la
Democracia.
hacen,
summa
Aquelloen que creemos continúa en invisible y perpetua
Causadormita, las más potentes gargantas se sienten
noche buena;portal del
¡—Allá sopla!
spleen, sin quejas ni críticas desdeñosas,
No lloréis por mi,
Esta no es mi verdadera patria, he vivido desterrado lejos
de ella, ahora retorno a su seno,
Vuelvo a la celeste esfera donde cada uno de vosotrosre-
tornará a su tiempo.
—¡Salud al mundo!
¡Gracias, señor!
Los muertos,
Adiós!
FIN
(A.V.)
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