Section 35, El Canto de mi Mismo

Whitman's

Whitman called it his "young man" picture ("when did I not look old? At twenty-five or twenty-six they used already to remark it").... (photo G.W. Black, 1860)

Prefacio

Prólogo
Sección 35

En esta sección, las narraciones sobre la guerra continúan; ésta en particular que cuenta el combate naval de la Guerra de la Revolución en la costa británica entre el Bon Homme Richard de  John Paul Jones y el buque británico Serapis. El bisabuelo de Whitman prestó servicio bajo el mando de Jones, y Whitman absorbe el relato del combate que su bisabuelo le transmitió a través de la abuela materna de Whitman (también depende del relato del propio Jones sobre el combate en una carta a Benjamín Franklin, cuya copia impresa guardó Whitman). Como el combate de Coleto y la masacre subsiguiente de Goliad, el sujeto de la sección previa, este “combate naval de los pasados tiempos”  es parte de la serie de guerras que ampliaron y unificaron a los Estados Unidos en proceso de expansión,  pero se hizo irónicamente a costo de la misma unidad, resultando siempre en muerte, división, fragmentación y pérdida. Aquí se encuentra la historia de un capitán (Jones) que tiene la valentía de persistir cuando el rendirse parecía ser la única alternativa posible, pero también es la historia de una “matanza a toda la gente alrededor”;  tanto los británicos como los americanos perdieron más de la mitad de su tripulación en el combate.  

Esta sección amplía los modos cómo el poeta imprime experiencia en este poema. Ahora él no sólo está absorbiendo experiencia en persona, lo que sus sentidos corporales le dicen, sino que está también absorbiendo las historias que le cuentan, y demuestra cómo acoger estas historias y convertirlas totalmente en parte del alma tanto como las experiencias sensoriales que ha catalogado las secciones anteriores. Las historias, después de todo, son también experiencias sensoriales: nos entran por los oídos y los ojos, y, como un potente crepúsculo, nos pueden cambiar para siempre. Así, en esta sección Whitman narra la historia como si su bisabuelo nos la estuviese contando directamente a nosotros. Las cosas que ocurrieron antes de nuestro nacimiento aún nos pueden afectar a través de la magia de las historias, como los vastos documentos sobre la creación del universo y sobre la lenta evolución de las formas de vida que gradualmente nos han guiado y que son una parte esencial de lo que somos, incluso sin haber estado allí para experimentar aquellos interminables eones a través de nuestros sentidos. Tejemos el canto de nosotros mismos desde muchas cosas extrañas, maravillosas y aterradoras.

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

¿Queréis que os describa un combate naval de los pasados tiempos?
¿Queréis saber quién salió victorioso a la luz de la luna y de las estrellas?
Oíd la historia tal como me fuera narrada por el marinero, el padre de mi abuela.

Te digo que no eran cobardes, no, los tripulantes de la fragata enemiga (me decía);
Su obstinado y aguerrido coraje era el de los ingleses; no existe, y nunca ha existido ni existirá coraje más fiel ni más firme;
Era el anochecer cuando el buque enemigo nos saludó con un cañonazo terrible.

Nos abordamos en seguida, las vergas de los buques se entrecruzaron, los cañones llegaron a tocarse,
Mi capitán tomó parte en la lucha con sus propias manos.

Habíamos recibido unas balas de dieciocho libras por debajo de la línea de flotación;
Dos cañones del primer puente de nuestra fragata estallaron al romper el fuego, matando a la gente alrededor y proyectando por la cubierta encima.

Luchando durante el crepúsculo y luego en las tinieblas,
A las diez de la noche, bajó el plenilunio, nuestras vías de agua iban en aumento, y se rumoreaba que llevamos cinco pies de agua;
El capitán de armas hizo subir a los prisioneros encerrados en la cala de popa, para que se salvaran según pudieran.

Pasaje a la santabárbara ahora es prohibida por los centinelas;
Estos ven tantas caras extrañas, ya no saben de quién fiarse.

Nuestra fragata se prende fuego,
El otro nos pregunta: <<¿Os entregáis?
¿Arriáis la bandera y terminemos la batalla?>>

Suelto ahora la risa satisfecha, porque oigo de nuevo la voz de mi pequeño capitán,
<<Ya no hemos lanzado un golpe>> grita, sereno, <<Ahora comienza nuestra parte de la lucha.>>

No nos quedan más que tres cañones:
Con uno, nuestro capitán apunta al palo mayor de la fragata enemiga,
Los otros dos, bien cargados de metralla, barren los puentes, y hacen callar su mosquetería.

Desde las cofas, algunos tiradores secundan el fuego de nuestra pequeña batería,
Su tiroteo continúa durante toda la acción.

Ni un instante de tregua:
Las vías de agua vencen las bombas, el incendio avanza hacia los polvorines.

Un cañonazo hace estallar una de nuestras bombas de agua; todos creen que nos hundimos.

El pequeño capitán conserva su serenidad,
No se apresura, ni alta ni baja es su voz,
Sus ojos nos vierten más luz que las linternas de combate.

Hacia las doce de la noche, allá bajo los rayos de la luna, se nos rindieron.

 

Afterword

Epílogo

El conflicto genera historias, como saben los combatientes y los reporteros de guerra. División y destrucción han sido los medios principales para replantear fronteras y redefinir sociedades a lo largo de la historia documentada, historias de batallas ganadas y perdidas, de valentía y cobardía, agonía y efervescencia –cada una de estas configuran un nuevo orden. No es accidental el que Homero haya colocado la piedra fundacional de la literatura occidental con sus épicas de Guerra (la Ilíada) y el viaje de un guerrero de regreso al hogar (La Odisea), porque la Guerra pone a prueba los espíritus tanto de los individuos como de las naciones, estableciendo los cimientos de sus acciones futuras; las historias contadas una y otra vez, personales y comunitarias, dictaminan el carácter de las costumbres, tradiciones e instituciones políticas del país. La Guerra constituye una gran parte de nuestra herencia.

La centralidad de la Guerra en el diseño de la épica de Whitman,  se hace patente en las secciones 34-36, como en este relato de una masacre, en la historia del combate naval de su abuelo que tuvo lugar en la Guerra de la Revolución y en su inventario de los costos humanos de la Guerra respectivamente. Si Homero canta en la Ilíada  sobre la ira de un hombre, equilibrando catálogos de naves y contingentes griegos con escenas de infantería, Whitman amplía su canto sobre el yo democrático para incluir a la Guerra, “la continuación de políticas por otros medios” en palabras de von Clausewitz. Observar el tono oscuro de estas narraciones, que preceden a la Guerra Civil,  “el centro mismo, circunferencia y ombligo de toda mi carrera”, dijo Whitman. En verdad en sus recuerdos de victoria y desastre pasados, parecía vislumbrar la tragedia amenazadora que todavía delata la vida americana. Observar también que el heroísmo está acuñado entre escenas de terribles derramamientos de sangre. Realmente nadie se escapa de las devastaciones de la Guerra.  

La parte más difícil al escribir sobre ello, puede que sea el sobrevivir para contar la historia. Una vez, en el Líbano, yo le estaba explicando a una periodista mi breve ausentamiento del techo desde donde estábamos monitoreando un conflicto en un campo de refugiados (yo había ido a caminar hacia el mar; los soldados en un puesto de control habían disparado balas hacia mi cabeza, un oficial me había interrogado), cuando ella levantó sus manos.

Te envidio, me dijo ella. Ahora tienes una historia que contar.

A lo que Whitman añadiría: Todos las tenemos.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Pregunta 

Piensa sobre alguna historia que te haya contado alguien mucho más viejo que tú, una historia de algo que sucedió mucho antes de que hubieras nacido, pero una que te haya afectado tanto como eventos actuales que te hayan sucedido directamente a ti. ¿Cuánto cambia esa historia al tú contarla a otros a lo largo de los años?  ¿Cuánto en esa historia es una crónica de lo que realmente sucedió en el pasado y cuánto de esa historia es lo que tú has fabricado sobre ella en tu presente?

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