section-29, El Canto de mi Mismo

Prefacio

Prólogo
Sección 29

Ahora, como para recuperar su respiración luego de la tormenta erótica de la sección previa, Whitman nos entrega la sección más breve del poema; seis líneas de la retirada post-coito. El contacto sensual exacerbado que él recién finalizó de describir ahora lo “abandona”, y él se refiere al tacto una vez más al írsele  la energía electrificada de su cuerpo agotado. Los momentos del tacto unificante fueron tan poderosos –extáticos, dolorosos e idílicos- que ahora la separación de dos cuerpos sexualmente cargados produce un “dolor” de ausencia por cuanto las “fundas” del cuerpo una vez más cubren los agudos receptores de los nervios. Pero la “partida” se combina con un nuevo tipo de arribo, por cuanto el poeta se da cuenta que cualquier contacto intenso continúa pagando dividendos luego de que el éxtasis del toque ha acabado, .Como una suave “lluvia copiosa” que alimenta el suelo después de que la feroz tormenta y relámpagos han pasado, los “pagos” que continúan del  cuerpo que ha recibido un “préstamo” (y recibirá préstamos una y otra vez),  a otro durante el éxtasis del sexo, son en verdad “copiosos”.   Así, cuando el tacto intensificado  se marcha,  la pérdida trae una “recompensa”.  Recompensa en forma de suaves lluvias fertilizantes que permite que los “brotes” “prendan y se acumulen”, pequeñas hojas de hierba que eventualmente llegarán a ser “grandes y doradas” (para Whitman “hierba” no es solamente la materia verde de los patios, sino lo que él llamó las hierbas masculinas de las praderas y el maíz y el trigo). El paisaje entero surge con tallos empujando hacia arriba, “machos proyectados” como un mar vasto de plantas erectas alzándose hacia el sol

Es como si la experiencia del intenso contacto sensual hubiese ahora sexualizado el paisaje entero, ofreciendo otra mirada al modo como toda la naturaleza se comporta continuamente en relación a la “necesidad y necesidad y necesidad” procreadora del mismo deseo (como Whitman lo dijo en la Sección 3).  Y mientras el poeta habla de la partida del “¡Tacto que ama y lucha a ciegas…dejadme”, nos permite escuchar el doble sentido en la  frase “dejadme”: sí, el contacto eufórico lo ha dejado, pero la experiencia de ese contacto también lo está literalmente “dejando” de convertirlo  en hoja, crecer, hablar, escribir, producir hojas,  Las hojas de hierba que surgen de esta intensa experiencia de tocar el mundo. Las palabras mismas –como todas las cosas vivientes- surgen de experiencias de contactos intensos y toman la forma de las lluvias calmantes que siguen a las tormentas.

—EF (Traducción L. A. Ambroggio)

¡Tacto que amas y luchas a ciegas; encapuchado enfundado tacto de colmillos puntiagudos!
¿Te dolió tanto, dejarme?

Despedidas perseguidas por llegadas; perpetuamente pagamos una deuda perpetua;
La copiosa lluvia, y frutos más abundantes después.

Los brotes toman y se agregan, se mantienen prolíficos y vitales al borde del camino,
Paisajes proyectados machos, grandes y dorados.

Afterword

Epílogo

Ahora el dolor del partir, en el tren rápido, hacia Samarkanda, ciudad fabulosa de sedas y las cúpulas turquesas y la tumba de Tamerlane cuyo imperio se extendió desde India a Egipto y más allá. Fábricas abandonadas, huertos de árboles frutales y olivos, familias plantando algodón. Un caballo galopa en el camino. Los hombres se sientan en cubillas junto al río que corre debajo del puente. El cuentista ciego sentado en la ventana alaba un poema de amor recitado la noche anterior en Tashken, en el museo de Sergei Yesenin, que escribió su último poema con sangre: Adiós, mi amigo, adiós… “Despedidas perseguidas por llegadas” es como Whitman recuerda el clímax de sus relaciones sexuales haciendo el amor, un estado bendito de unión y dispersión, que prolonga en esta breve sección con metáforas recogidas primero del mundo de las finanzas (“pago perpetuo de una deuda perpetua”) y luego de la abundancia de la naturaleza: lluvia, brotes, un campo en tiempo de la cosecha, todos ofreciendo recompensa para una herida consciencia. Él sabía una o dos cosas sobre la conexión íntima entre partidas y llegadas, comienzos y finales, que él seguía con ojo de amante.

Tres dísticos, tres estrofas. Una pregunta (no respondida), espacio en blanco, y luego un fragmento de sentencia, una estrofa en la forma de frases exquisitamente balanceadas concluyendo con una palabra que le da un aire elegíaco al poema: después.  Luego más espacio en blanco y la única declaración explicativa: madurez es la clave de este paisaje masculino. Pero en la primavera, en la Calle de Seda, el alma puede también emocionarse con la vista de las semillas de algodón, con flecos de amapolas rojas, estirándose hacia el horizonte.

—CM (Traducción L. A. Ambroggio)

Question

Pregunta

¿Cuáles son los paisajes más sensuales que has visto, y que hizo que a ti  te parecieran sensuales?

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